¿Qué tipos de suelo radiante existen?

El suelo radiante es un tipo de calefacción que funciona gracias a la canalización de agua a través de un sistema de tuberías que van instaladas debajo del pavimento de la casa o local. Esto provoca que el suelo se transforme en el emisor térmico de las estancias y, al funcionar de forma homogénea, aumenta el confort de donde esté instalado. Podríamos asegurar que este es uno de los sistemas actuales más eficiente, debido a su bajo consumo, el confort que proporciona y el respeto hacia el medio ambiente. Pero, ¿sabes qué tipos de suelo radiante existen? ¡Te lo explicamos!

Su principio básico es la impulsión del agua, que suele estar sobre los 40º en invierno y a 15º en verano. Este sistema se instala encima de un aislante térmico y queda recubierto por una capa de mortero, hecha con cemento y polímeros, que permite conservar la energía térmica recibida con la finalidad de ir liberándola de forma progresiva.

Este sistema tiene una inercia térmica muy elevada causante de que tarde más en notarse el calor producido que, por ejemplo, un radiador tradicional. Pero, a su vez, también seguirá emitiendo calor tras ser apagado. El suelo radiante, además, consigue que el calor se reparta de forma homogénea por toda la casa, gracias a la posición de su red de tuberías.

Tipos de suelo radiante

Suelo radiante por agua caliente

El suelo radiante más utilizado es aquel que usa el agua caliente sanitaria (ACS). Esta se distribuye por el circuito instalado de tuberías que están bajo el pavimento. Este tipo de suelo radiante debe estar conectado a una caldera de condensación o bomba de calor, encargadas de producir el agua caliente que emitirá la calefacción.

La superficie que se debe calentar es muy grande, todo el suelo de una casa o local, y, por ello, se necesita una temperatura de entre 30º a 45º. A esta temperatura, no excesivamente alta, conseguiremos el confort, potenciaremos el ahorro y evitaremos problemas por mala circulación del agua. Cabe destacar que es recomendable un uso continuado para mantener el calor, por lo que no se debe encender y apagar continuamente.

Dado que los circuitos utilizados son muy finos y, por lo tanto, el agua que pasa es muy limitada, el consumo de energía es reducido. En esto, también afecta que, como funciona a una temperatura baja, la energía que se consume es inferior a otros sistemas de calefacción.  Asimismo, al no producir corrientes de aire, no mueve el polvo ni produce sequedad.

Se debe tener en cuenta que la inversión inicial de este sistema es alta, aunque es fácil de recuperarla, puesto que, una vez instalado, el ahorro será muy significativo. De todos modos, se recomienda esta instalación en hogares nuevos o aquellos que hagan una reforma por completo.

Este tipo de instalación puede ser utilizado a través de diferentes sistemas:

• Gas natural: la caldera de gas natural se encarga de calentar los tubos de agua caliente a través de la combustión del gas.
• Aerotermia: este tipo de sistema es capaz de proporcionar tanto calefacción como refrigeración, puesto que la bomba de calor utilizada en la aerotermia puede invertir el procedimiento y generar tanto frío como calor.
• Geotermia. Este puede generar frío y calor gracias al circuito de tuberías con refrigerante que se encuentran bajo el suelo.

Suelo radiante eléctrico

La principal diferencia con el anterior tipo es que, el suelo radiante eléctrico, no utiliza tuberías de plástico por donde circula el agua, sino que cuenta con un sistema de cableado conductor que funciona a través de una resistencia eléctrica instalada bajo el pavimento. De esta forma, la energía eléctrica se convierte en energía calorífica.

La malla o el cable utilizado para su instalación se coloca encima de una lámina que aísla, convirtiendo el suelo en una fuente de calor homogénea. Asimismo, su instalación es rápida, sencilla y más económica que el suelo radiante por agua caliente, sin embargo, su consumo es mayor.

El suelo radiante eléctrico utiliza una baja temperatura y proporciona un alto confort, sobre los 25º o los 29º. Además, permite una regulación independiente, puesto que es posible controlar la temperatura de forma individual en cada una de las habitaciones a través de cronotermostatos. También es una gran diferencia que, este sistema, una vez puesto en marcha, es inmediato. Asimismo, no necesita de caldera ni de bomba de calor para funcionar. 

Existen varios sistemas que podemos considerar suelo radiante eléctrico:

• Cable y malla o losa radiante eléctrica: este sistema se caracteriza por utilizar un cable trenzado que se instala de forma ininterrumpida por toda una estancia. Esto tiene la ventaja de ejercer una mayor climatización, pero, como desventaja, podemos destacar que, cualquier punto de corte que se produzca, afecta a toda la instalación.
• Folio radiante: a diferencia del anterior, este está formado por un sistema de láminas independientes, que se reparten a lo largo de las estancias. Al instalar cada lámina de forma independiente, en caso de existir una avería, solamente dejaría de funcionar la afectada y se continuaría emitiendo calor.

Ahora que ya sabes qué tipos de suelo radiante existen, ¿quieres saber cuál de los dos tipos de suelo radiante se adapta mejor a tus necesidades, tu ubicación o tu disponibilidad de recursos? En Comfred te orientamos y aconsejamos para que tomes la decisión correcta.